domingo, 4 de agosto de 2013

Restaurante Miniño

RESTAURANTE MINIÑO

Baiona (Concello de Baiona)

Hoy nuestra crítica gastronómica se va hasta el suroccidente gallego, a la histórica villa de Baiona, famosa por haber sido la primera población del viejo continente en conocer el descubrimiento de América. No en vano, fue en donde atracó Cristobal Colón después del primero de sus viajes a las Indias.



La villa cuenta con numerosos y afamados restaurantes (Rocamar, Da Ponte, Moscón, Mosquito...), sin embrago a nosotros nos apetecía probar alguno de los locales nuevos. 

Para llegar hasta Baiona puedes ir por la carretera de la costa, la nacional de toda la vida, o por autopista, en ambos casos desde Vigo. Nada más aparcar el coche en el parking subterráneo frente a la fortaleza, vimos un pequeño restaurante muy coqueto y que nos llamó la atención por su amplia variedad de arroces. Así que no costó mucho decidirse. Ojo, no confundirlo con uno que hay azul al lado, haciendo esquina, de cuyo nombre no quiero acordarme, donde nos dieron gato por liebre y que para nada recomiendo.


El local tiene forma de "L" por lo que uno puede acceder desde ambos lados aunque, seguramente, el más llamativo sea el que queda justo delante de la fortaleza y la playa. Aprovechando su forma, uno de los brazos de la L corresponde al bar y otro a la cafetería. El local no es muy grande pero sí muy coqueto, con una decoración moderna y minimalista, con tonos verdes.


De entrada pedimos unas zamburiñas. La ración era pequeña, sólo 6 unidades, pero claro también el precio era ajustado (8 €). Muy buenas, con la preparación en su punto y sin mucha especie que le mate el sabor.


Detrás, pedimos tres raciones de arroz con choco. El arroz en su punto de cocción, muy jugoso y con un caldo que combinaba un poco de la tinta del choco con el sabor de los mejillones, almejas y berberechos. Impresionante, muy muy recomendable. Y lo mejor, el precio (6 € ración!!!)

Uno de nosotros pidió merluza a la plancha, muy buena ración, con tres buenas rodajas de merluza con el punto de cocinado óptimo para que no se reseque y pierda sabor.



Los postres fueron otra grata sorpresa. El primero, la tarta de la abuela con chocolate caliente por encima. Una delicia.



Otro mas, una tarta de manzana casera. Buena, sin mas


Canutillos rellenos de nata, muy buenos. Frescos y crujientes

Al final, fuimos a pagar y, por todo lo expuesto, mas botella de litro y medio de agua, más otra de vino, no llegó a 16 euros por cabeza. Muy bien

En resumen, se trata de un restaurante pequeño pero con una cocina buena y a precios más que razonables. Recomiendo arroces. Muy buena mano.

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